¿Podrías padecer misofonía?

Sonidos de la vida cotidiana, como el sorber, tararear o masticar, pueden generar ansiedad e incluso ataques de ira o pánico en algunas personas. Es lo que se conoce como misofonía, una afección recientemente reconocida, poco estudiada y comprendida.

Francisco Moral

El ruido al masticar puede causar misofonía. Foto: Istock.
El ruido al masticar puede causar misofonía. Foto: Istock.

Carraspear, el sonido de la lluvia al caer, las voces de niños, el click de un bolígrafo, el golpeteo de dedos sobre una mesa o simplemente el respirar. Estos sonidos tan frecuentes en el día a día que para muchas personas pasan desapercibidos, para otras son un auténtico suplicio.

Se trata de la misofonía, una aflicción misteriosa en la que sonidos aparentemente inofensivos desencadenan ira, ansiedad y, en algunos casos, hasta ataques de pánico. Y, aunque puede parecer extraña, afecta a más gente de la que se cree. Según un estudio publicado en 2014 en el Journal of Clinical Psychology, un 20% de la población mundial podría sufrir esta enfermedad en sus diferentes grados.

Según un estudio publicado en 2014 en el Journal of Clinical Psychology, un 20% de la población mundial podría sufrir esta enfermedad en sus diferentes grados

En una entrevista en la BBC Mundo, el fundador y director de Misophonia UK, Guy Fitzmaurice, explica que "afecta de forma diferente a cada persona pero, en la mayoría de los casos, los sonidos que más molestan son los de otra gente comiendo o respirando".

Mujer aquejada de misofonía.
Mujer aquejada de misofonía. Foto: IStock.

Misofonía significa, literalmente, "odio al sonido" y también se conoce como Síndrome de Sensibilidad Selectiva al Sonido (SSS), cuando esta hipersensibilidad responde solamente a sonidos por debajo de una conversación normal (de entre 40 y 50 decibelios).

Se trata de una respuesta desproporcionada del sistema nervioso a ciertos sonidos cotidianos y sus síntomas suelen aparecer al final de la infancia o al principio de la adolescencia

Se trata de una respuesta desproporcionada del sistema nervioso a ciertos sonidos cotidianos y sus síntomas suelen aparecer al final de la infancia o al principio de la adolescencia.

Los neurocientíficos Pawel y Margaret Jastreboff fueron quienes acuñaron el término en el año 2001, tras diagnosticar diferentes pacientes que presentaban el mismo cuadro clínico: una intolerancia a sonidos cotidianos y habituales a los que la mayor parte de la población estamos acostumbrados y no nos producen efectos negativos. Sin embargo, no fue hasta 2013 cuando se clasifico como un desorden psiquiátrico.

La gravedad de las reacciones en ciertos casos ha llevado a varios investigadores a defender la idea de que la misofonía debería incluirse en los manuales de diagnósticos de trastornos mentales

Según la web Misophonia UK, esta patología no debe confundirse con la hiperacusia, consistente en percibir ciertos sonidos de una manera anormalmente alta hasta, incluso, llegar a sentir dolor al escucharlos.

La misofonía causa irratibilidad en quien la padece.
La misofonía causa irratibilidad en quien la padece. Foto: IStock.

La gravedad de las reacciones en ciertos casos ha llevado a varios investigadores a defender la idea de que la misofonía debería incluirse en los manuales de diagnósticos de trastornos mentales. Así se podría identificar fácilmente esta alteración y se podrían desarrollar programas de investigación y de tratamiento sobre unas bases consensuadas.

Respecto a su diagnóstico, la web experta en esta afección, asegura que actualmente no existe un test capaz de ofrecerlo. Sin embargo, informa que “se ha desarrollado una herramienta para ayudar a identificar a las personas que la padecen, la Misophonia Activation Scale. Es una escala que determina 11 grados de intensidad en los síntomas: desde la ausencia de molestias al escuchar un sonido hasta el uso de la violencia desencadenada por el fuerte malestar que produce un ruido”.

Últimos avances en la misofonía

Uno de los últimos estudios publicados sobre esta afección data de 2017, cuando un equipo dirigido por investigadores de la Universidad de Newcastle en el Reino Unido encontró evidencia de cambios en el lóbulo frontal del cerebro que podrían explicar la respuesta emocional desencadenada por los sonidos en personas con misofonía.

El doctor Sukhbinder Kumar, autor principal de la investigación, declaró al New York Times: "Creemos que la misofonía puede estar muy relacionada con la evocación de recuerdos pasados que hacen referencia a malas experiencias". Y añadió que una encuesta de casi 200 pacientes con misofonía mostró que la edad promedio a la que se dieron cuenta de la afección era de 12 años

“Cuando escuchan estos sonidos, es como si su atención estuviera completamente absorbida por éstos y no pudieran hacer nada más”, aclaró.

Los sonidos se clasificaron en neutros como la lluvia; sonidos desagradables como el llanto de un bebé; y sonidos desencadenantes que estaban relacionados principalmente con comer, masticar, beber y respirar

Para el estudio, el equipo usó una resonancia magnética para medir las actividades cerebrales de 42 personas con y sin misofonía mientras escuchaban una variedad de ruidos.

Los sonidos se clasificaron en neutros como la lluvia; sonidos desagradables como el llanto de un bebé; y sonidos desencadenantes que estaban relacionados principalmente con comer, masticar, beber y respirar.

Cuando se expusieron a los ruidos, las personas con esta enfermedad mostraron actividades cerebrales diferentes a las que no tenían la afección. “La reacción más dominante es la ira y la ansiedad, no el disgusto”, manifestó el doctor Kumar.

La razón de por qué esos sonidos y no otros desencadena esas reacciones tan adversas es un misterio

Sin embargo, la razón de por qué esos sonidos y no otros desencadena esas reacciones tan adversas es un misterio.

El ruido de su familia comiendo resulta insufrible para algunas personas que sufren misofonía.
El ruido de la familia comiendo puede resultar insufrible para algunas personas que sufren misofonía.

La aflicción puede ser tan aguda en algunas personas que no pueden soportar vivir con sus propias familias. Olana Tansley-Hancock, de 29 años, de Kent, Inglaterra, tenía solo 8 años cuando las comidas familiares se convirtieron en una verdadera tarea.

A pesar de los estudios, no hay cura ni existe un tratamiento definido

“El ruido de mi familia comiendo me obligaba a retirarme a mi propio dormitorio para comer”, señaló al equipo de la Universidad de Newcastle. "Solo puedo describirlo como una sensación de querer golpear a la gente en la cara cuando escuchaba el ruido de ellos comiendo".

Sin cura ni tratamiento definido

A pesar de este último estudio, no hay cura ni existe un tratamiento definido. Ciertas organizaciones sugieren la aplicación de terapias cognitivas o cognitivo-conductuales, que intentar comprender cómo se siente el individuo y cómo le afecta esta enfermedad.

Muchas personas que padecen esta afección deciden aislarse.
Muhcas personas que padecen esta afección deciden aislarse. Foto: IStock.
 

Otros afectados, cuyo testimonio publicó Misophonia UK, hablan de hipnosis psicoterapéutica, así como terapias de respiración abdominal, para poder calmar los ataques de pánico.

En ocasiones, los misófonos son tildados de histéricos y malhumorados y se sienten incomprendidos. Aunque algunos hablan abiertamente de su enfermedad, otros deciden aislarse para evitar los "insoportables" sonidos.